El consumo local o economía local hace referencia al esfuerzo colaborativo para construir economías
basadas en productos de la localidad, comarca o región. Específicamente
en el ámbito de la alimentación, hace referencia a la producción,
procesamiento, distribución y consumo integrados para mejorar la
economía, medio ambiente, salud y relaciones sociales de un lugar en
particular y se considera parte de un movimiento más amplio, como es el del movimiento sostenible.
Los sistemas de consumo local son una alternativa a los modelos de
corporaciones globales donde los productores y los consumidores están
separados por una cadena de procesadores/manufactureros, intermediarios y
especuladores. Con el incremento en la escala de los sistemas
industriales de alimentos, el control de la calidad se encuentra en
mayor medida en manos de los mediadores, mientras que el consumo local
redesarrolla estas relaciones y retrae el control del control de calidad
en el consumidor y el productor.
Aquellos que apoyan el desarrollo de la economía basada en el consumo
local de alimentos consideran que ya que el alimento es imprescindible
para todos, para siempre y cada día, un pequeño cambio en la forma de
producir, elaborar y distribuir, tendrá un gran efecto en la salud, el
ecosistema y la preservación de la diversidad cultural. Las decisiones
de compra que favorecen el consumo local, afectan directamente al
bienestar de la población, mejorando las economías locales y el
medioambiente.